Adaptar la oferta educativa al mercado laboral, el principal reto de la universidad en España

Sofía Riesco

El número de titulados universitarios españoles que está trabajando es muy inferior al de la media de la Unión Europea.

El 72% de los titulados universitarios españoles se encuentra trabajando. Una cifra bastante inferior a la media europea, que se sitúa en el 82%. Así se desprende del Monitor de la Educación y la Formación, un informe elaborado por la Unión Europea que analiza la situación educativa actual de todos los países miembros.

En lo que respecta a España y a la educación superior, el informe destaca que la matriculación en este tipo de enseñanza ha disminuido en nuestro país, y que además la oferta educativa es muy amplia y no totalmente pertinente con respecto al mercado laboral.

A pesar de que el gasto en educación ha aumentado, todavía es inferior al de la media de la UE. Además, la propuesta relativa a un Pacto de Estado Social y Político por la Educación que actualmente se debate para conseguir una reforma integral de la educación, ha dejado en suspenso la aplicación de la Ley para la mejora de la calidad educativa (LOMCE), que afectaba también a la educación superior.

Respecto a los titulados universitarios que se encuentra trabajando en España, la tasa ha aumentado en los últimos años hasta situarse en el 72,3% en 2016, aunque por debajo de la media de la UE. A su vez, es el país de la Unión Europea con el mayor porcentaje de titulados que ocupan empleos que no requieren estudios universitarios. Es por ello que desde el informe recomiendan adaptar la educación terciaria a las demandas del mercado laboral.

Este es uno de los retos a los que se enfrenta el Pacto de Estado para la Educación, además de revisar el modelo de financiación a fin de vincular mejor la financiación pública; favorecer un nuevo modelo de gobernanza en la universidad; y establecer la categoría de personal docente en investigación como medio para promover la excelencia en la universidad.

También es necesaria una mayor cooperación entre la universidad y la empresa, pero la limitada movilidad de los alumnos y el personal docente, las escasas oportunidades de prácticas laborales, la falta de incentivos y la rigidez de la gobernanza universitaria perpetúan los obstáculos para la cooperación con las empresas en educación o investigación.

Otra de las maneras de adaptar la enseñanza a las demandas del mercado laboral es fomentar la Formación Profesional. En 2016, la tasa de empleo de los titulados en FP era del 61%, una cifra muy inferior a la de la media de la UE.

La desigualdad, clave en el nivel educativo y la calidad de vida

El informe de este año tiene como tema principal la desigualdad, un factor de transmisión intergeneracional que, dependiendo de la situación socioeconómica de los padres, influye en los logros educativos de los hijos, su situación ocupacional, sus ingresos o la salud. De hecho, se ha comprobado que existe una estrecha relación entre los logros educativos y los resultados sociales.

Las personas con solo un nivel de educación básico tienen casi tres veces más probabilidades de vivir en la pobreza o la exclusión social que los que completan la educación terciaria. En 2016, únicamente el 44% de los jóvenes (18 a 24 años) con estudios por debajo de la educación secundaria superior tenían empleo. Y en la población general (15 a 64 años), el desempleo es mucho más frecuente entre quienes solo han completado la educación básica (16,6%) que los que han cursado educación terciaria (5,1%).

Asimismo, un mayor porcentaje de personas tituladas en educación terciaria (80,4%, según datos de 2015) percibían su salud como «buena o muy buena», frente a un porcentaje mucho menor entre aquellos con solo el nivel de educación básico (53,8%)

También la esperanza de vida crece en consonancia con el nivel de educación: el nivel de la educación puede suponer hasta diez años de diferencia entre las personas menos cualificadas y las personas altamente cualificadas.

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