En el siglo XXI, el medio ambiente y la naturaleza se enfrentan a un incierto futuro, en el que el cambio climático global, el crecimiento de la población humana y el desmesurado aumento del consumo de recursos, plantean un previsible escenario de conflictos ambientales. La biodiversidad (concepto que abarca no sólo la variedad de los seres vivos, sino también la variedad de genes o formas genéticas y la variedad de ecosistemas y paisajes en cualquier nivel geográfico) se ha convertido en uno de los componentes más relevantes del patrimonio natural, en torno al cual giran una gran parte de las políticas ambientales desarrolladas por las diferentes administraciones. En efecto, las tendencias actuales en las políticas de conservación del patrimonio natural, suelen centrarse en la evaluación de diferentes estrategias de gestión de la biodiversidad, entre las que destaca el papel de las redes territoriales de espacios naturales protegidos.