La Química Teórica y la Modelización Computacional (TCCM) juegan un papel fundamental en el desarrollo de la química moderna, la bioquímica, la química biológica, la física y la ciencia de materiales. Este papel ha sido ampliamente reconocido por la comunidad científica internacional y este reconocimiento se fraguó en la concesión en 1998 del Premio Nobel de Química a John A. Pople, precisamente por haber convertido la Química Computacional en una herramienta con carácter predictivo y por consiguiente prácticamente indispensable en cualquier campo de la Química y de la Física. En la actualidad hay un número cada vez más extenso de aplicaciones de la Química en las que el concurso de la Química Teórica y la Modelización Computacional es inevitable si se pretende alcanzar una racionalización de la realidad observada. Un ejemplo paradigmático lo constituye la espectrometría de masas. Algo análogo se puede decir del campo de la catálisis, en el que la modelización molecular juega cada vez un papel más preponderante.