Una observación mínimamente atenta permite descubrir que la Historia, en sus diversas especialidades, tiene un considerable predicamento social en la actualidad. De hecho, grupos sociales amplios y comunidades encuentran en los distintos períodos históricos sus orígenes y, con ellos, un elemento esencial de su identidad histórica. Y qué duda cabe de que en esa identidad está presente la herencia clásica que representa la cultura grecorromana, objeto siempre de gran valoración y que se ha visto acrecentada en los últimos años. En efecto, la constitución de la Unión Europea ha intensificado la búsqueda de los principios comunes de Occidente, que en lo cultural se hallan en Grecia y en lo político en Roma. Numerosos congresos, seminarios, publicaciones, etc., así como puesta en valor de los restos patrimoniales de esta época, han potenciado en los últimos años la consolidación y la vigorización del legado del Mundo Clásico.