Uno de los grandes cambios que se están produciendo en Cardiología en los últimos años es el avance espectacular de las técnicas de Imagen Cardíaca, que se han convertido en la base del diagnóstico y de la valoración del pronóstico o de la respuesta al tratamiento de los pacientes en una lista innumerable de situaciones clínicas.
Como es bien conocido, la patología cardiovascular es actualmente la primera causa de mortalidad, morbilidad y gasto sanitario en los países occidentales. Por tanto, es fácilmente comprensible que la posibilidad de obtener un diagnóstico más preciso de los pacientes con el empleo de técnicas de Imagen Cardíaca ha hecho que se haya disparado tanto el número de indicaciones como el de procedimientos. Así, por ejemplo en un estudio reciente de la americana MediCare se estima que el gasto sanitario en técnicas de imagen se acercó en el año 2004 a 100.000 millones de dólares; se estima que en el futuro inmediato las técnicas de imagen van a seguir creciendo, con un crecimiento del número de estudios estimado en un 15% anual, mucho mayor que para cualquier otro tipo de procedimiento médico.
Una de las causas fundamentales del crecimiento de las técnicas de imagen ha sido el desarrollo tecnológico de los equipos. Por poner un ejemplo, la resonancia magnética cardíaca, que hace no muchos años era una prueba limitada a la realización de estudios en neurología, se ha convertido a día de hoy en la técnica más precisa para valorar la anatomía y la función cardíaca. Además, la aparición de equipos de TC multidetector ha hecho que por primera vez se pueda estudiar el corazón con técnicas radiológicas. Por otra parte, otras técnicas de imagen cardíaca más clásicas y difundidas como el ecocardiograma convencional, también han tenido su propia revolución tecnológica, con la aparición de herramientas complejas como el estudio 3D o el estudio de la deformación cardíaca.